Aprender a vivir – Un cuento de Navidad

Aprender a vivir – Un cuento de Navidad

Haz click AQUÍ para disfrutar del cuento de Navidad escrito por Jose Enrique García, Director General de Equipo Humano.


Ya caen los primeros copos de nieve del año. Y casi no existe en mi memoria unas Navidades sin nieve. Sin frío. Sin ir con bufanda. O gorro. Con las gafas empañadas de estar a la intemperie, casi a cero grados, durante los pocos días de vacaciones que suelo tener al año.

Y no podía dejar de aprovechar el poco tiempo que tengo para disfrutar de mí mismo y de los míos, como todos los años, en mi pueblo. 

Apenas recuerdo el motivo que me ha llevado a la plaza de la iglesia. Pero estar allí plantado me recuerda a un pasado remoto.

Cuando apenas era un niño y cuando también me fascinaba ver nevar durante el efímero paso de las Navidades pasadas. Era la única vez al año que veía nevar. 

Junto a la gigantesca puerta de madera de la iglesia pienso en las muchas otras Navidades que habrá presenciado ese mismo trozo de madera de roble.

Una puerta en el tiempo sin más recuerdos que su mera presencia. Cuando éramos niños, aquella misma puerta nos sirvió de portería para jugar al fútbol. Se nos hacía de noche y apenas había luz de una farola por entonces y era difícil incluso saber dónde estaba la pelota.

Con los años, la iluminación de la plaza era quizá excesiva. La Plaza Mayor. El epicentro de la vida de un pueblo que presume de su carácter tranquilo.

De poder respirar la naturaleza por todos los costados. Olía a pino. Olía a helecho. Olía a tierra húmeda. Con su banda sonora propia. Sus sonidos del bosque y las montañas. Graznidos. Gruñidos.

El piar de los pájaros cuyos nombres apenas lograba descifrar, pues cuando vives en la ciudad todo el año se olvida nuestro apego natural a la madre tierra. Desde aquella plaza podías sentir palpitar la propia naturaleza.

Los pocos habitantes del pueblo acudían cada tarde a la plaza para sentarse en los bancos de piedra, en un parque circular que inauguró el ayuntamiento no hacía demasiado tiempo.

Con máquinas para que la gente mayor hiciese ejercicio y con algunos juegos para niños como toboganes y columpios.

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Portada del cuento "Aprender a vivir"