¿Qué piensa una persona con talento cuando abandona una organización?

¿Qué piensa una persona con talento cuando abandona una organización?

El talento descrito a través de las reflexiones que hace una persona que se enfrenta a una entrevista de trabajo y se pregunta por qué desea cambiar de trabajo. De forma muy personal, se introducen diferentes políticas o áreas que deben trabajar las empresas que deseen retener el talento en sus organizaciones. Hablemos de talento…

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No se lo había planteado hasta ese momento, pero cuando escuchó esas palabras en boca del entrevistador, un torrente de ideas inundó su cabeza. No iba a ser fácil explicar por qué estaba buscando un nuevo empleo.

Habría sido más fácil poder decir que había tocado techo y que se encontraba estancado profesionalmente, pero sencillamente eso no era cierto. Había crecido profesionalmente en su empresa, no sólo a través de diferentes puestos, sino que también había disfrutado de oportunidades profesionales afrontando diferentes proyectos que hacían que su día a día fuera siempre diferente.

De acuerdo, en ocasiones había sido quien propusiera iniciativas que ampliaran el contenido de su puesto (intraemprendimiento como era la moda decir); pero a fin de cuentas, en esto sus responsables, siempre lo habían apoyado. Incluso cuando las propuestas habían tenido un elevado componente de riesgo y no siempre habían salido bien.

Tampoco podía culpar a sus jefes de querer cambiar de empleo. Si bien siempre es posible reprochar determinadas actitudes y conductas, también debía reconocer que siempre habían respetado algunos de los principios básicos para él: honestidad, respeto, coherencia o el propio talento. Nunca le habían mentido, nunca se habían dirigido a él de forma irrespetuosa, ni podía recordar alguna ocasión donde hubieran dicho una cosa y hubieran hecho lo contrario.

Ni él, ni ninguno de sus compañeros. Anteriormente había estado en empresas donde había visto cómo compañeros suyos eran merecedores de comentarios y actitudes que habían dejado mucho que desear y sabía que cuando ese tipo de comportamientos son tolerados por la organización, tarde o temprano acabas sufriéndolos en primera persona.

Por el contrario, había aprendido mucho de ellos en estos años. Admiraba su visión de negocio y la capacidad de organizar y priorizar las tareas. Siempre habían actuado como líderes y nunca se había sufrido esa sensación de desamparo (“trabajar sin red” llamaban a eso otros colegas) que se produce cuando la evaluación del trabajo sólo tiene lugar cuando ya es demasiado tarde para cambiar nada y sólo quedan los reproches. Planificación, organización, dirección, control y evaluación,… las tareas que cualquier manual de gestión asignaba a la labor de dirección.

Todo esto le hacía sentirse valorado y reconocido. Conocía multitud de casos de compañeros para los cuales la falta de reconocimiento había sido causa suficiente para cambiar de empleo. Desde el simple reconocimiento del grupo profesional en la nómina hasta llegar a invisibilizar los logros y méritos ajenos, conocía historias de todo tipo. Pero tampoco ese era su caso; en ese sentido, debía reconocer que sus evaluaciones de desempeño habían sido por lo general justas. Incluso cuando los resultados no habían sido positivos, el foco se había centrado en aprender de lo ocurrido y no en buscar culpables.

Podía decir que en su empresa sabían hacer eso que se había puesto de moda llamar gestión del talento: habían sabido crear una organización que no sólo ofreciera oportunidades de desarrollo, formase a su gente y generase oportunidades de crecimiento personal y profesional, sino que también habían creado un equipo humano capaz de acompañar ese crecimiento. Desde los propios compañeros y el clima laboral que se respiraba al entrar pasando por responsables que actuaban de forma coherente con esos mismos principios corporativos.

¿Qué más motivos podía tener para querer cambiar de empleo? Tenía oportunidades de crecimiento y desarrollo profesional, no podía tener queja de sus responsables, ni por trato ni en cuanto a la gestión y profesionalidad de la misma. Se valoraba el trabajo y se reconocía el talento así como las aportaciones personales. Quedaban las condiciones laborales, pero hacía tiempo que la empresa había adoptado horarios flexibles que permitían la conciliación personal y profesional y el salario, si bien tenía un importante componente vinculado a la evaluación y el cumplimiento de resultados, resultaba interesante y en la línea del sector. Realmente, ¿por qué estaba buscando un nuevo empleo?

Y tú… ¿sabes cómo gestionar el talento en tu empresa?

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Rafael Delicado – Consultor Equipo Humano – rafael.delicado@equipohumano.com

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