La empresa, cada día, se enfrenta a diferentes situaciones problemáticas a las que, en ocasiones, no solemos darles la importancia que tienen. Un jefe que no toma decisiones, una persona que no acaba de cumplir con su trabajo, retrasos en los pedidos, o en los cobros, o en los envíos, comerciales que no venden lo esperado, el banco que no nos da crédito… Nos damos cabezazos, nos enfadamos, echamos la culpa a la crisis, a que nadie nos entiende, esperamos que cada uno haga finalmente lo que se supone que debe hacer. Y así pasan los días, sin que nadie haga nada y con esos mismos problemas que se multiplican como en la parábola de los panes y los peces.
Otras veces nos enfrentamos al problema y lo hacemos tomando una decisión basándonos en intuiciones, o bien en la experiencia pasada, o en lo que consideramos que va a ser mejor para nosotros, o para los que están con nosotros. Simplemente pensamos en una solución y la ponemos en marcha. Unas veces sale bien, y otras…
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